Revista Grao

1933 - Mi Tio Genaro.-

En todas las familias, en todos los tiempos ha habido un tío, y al usar este apelativo, me refiero a la persona con grado de parentesco suficiente como para no tener que aclarar nada más, dado el inadecuado uso que actualmente se hace de esta palabra. Pues bien, mi tío Genaro era hijo de Vicente Compañ Arnau y de Mercedes Laban Meneses, éste, hermano de mi abuela paterna, Vicenta, ambos hijos de Genaro Compañ Monserrat y Josefa Arnau Mestre; el citado Vicente Compañ Arnau debido a su profesión de cirujano urólogo, había llevado su trabajo y residencia a Barcelona, donde casó y nacieron Elenita y Genaro.

El tío Genaro era muy conocido, tanto por la gente del Grao, como en Castellón; bien a nivel particular, ya que siempre estuvo ligado a su familia grauera, como a nivel profesional, pues a causa de su profesión de médico especialista del aparato digestivo, primero en “el carrer de la vieta” (Escultor Viciano) y posteriormente en la Avenida del Rey, (en la casa Gran), por su consulta pasaron muchas personas de la mar.
Genaro, desde bastante pequeño, venía a pasar los veranos en el Grao en casa de sus tíos, o sea en casa de mis abuelos, además de alguna que otra Navidad, tanto él como el resto de la familia. Para poner un poco de orden y control en la vida de Genarito, durante el verano estaba internado en el colegio llamado “La Colonia Educativa”, situado en la calle de Enmedio, un poco más arriba de las Cuatro Esquinas. Siguieron sus estudios de bachillerato en el Instituto General y Técnico, que después se llamaría Instituto Francisco Ribalta, para terminar con lo que sería su profesión al cursar la carrera de Medicina.

Ya en su juventud o sea en nuestra infancia, en sus días de estancia en casa, a mi hermana y a mi, para hacernos la vida mas entretenida, por la mañana se dedicaba a darnos “clases” de gimnasia y de cualquier materia que en aquel momento se le ocurriese; nos hacía las explicaciones correspondientes y después nos hacía la oportuna pregunta. Si la respuesta era correcta, el premio era una moneda de diez céntimos, una perra gorda o “un xavo”, pero a continuación nos preguntaba algo que no sabíamos y teníamos que reintegrarle en la misma cantidad, de tal forma que la misma moneda estaba siempre yendo y viniendo.

En cierta ocasión, tendría yo sobre los cinco años, poco más o menos, me preguntó:

-“ Si la tierra está compuesta por elementos sólidos, líquidos y gaseosos, un pato, ¿que es?”-.

Ante tal pregunta, no dudé y muy seguro, le respondí:

-“!!El pato es gaseoso¡¡”-

Esta respuesta sigue vigente en la actualidad; desde entonces y hoy en día, a mas de setenta años de la tal cuestión, continuo haciéndoles a mis nietos la misma pregunta, a la que los mayores y los pequeños, me responden en tono burlón:

-“!!El pato es gaseoso abuelo¡¡”-

Mi abuela Vicenta, como la mayoría de las mujeres de nuestra tierra, y más en los años 20/30, era de esas mujeres que les gustaba de hacer, además de los guisos de la comida diaria, pastas, dulces, confituras y mermeladas de todo aquello que se cultivaba en nuestra huerta, y en el otoño una de las faenas obligatorias, era el dulce de membrillo; "el Codonyat".

El dulce de membrillo casero, una vez preparado según las medidas clásicas, para mejor proceso de secado, se colocaba en recipientes llanos, como platos o similares, de forma que tuviesen mucha superficie en contacto con el aire y poca profundidad para que en poco tiempo estuviese seco y poder consumirlo. Así lo preparaba la buena de la tía Visenta, como siempre, hasta que de pronto un día observó que a los platos le ocurría algo raro. Por encima estaban intactos, pero dentro había desaparecido el membrillo; de forma que solo estaba la lámina superior. Nada que delatase anomalía alguna, hasta que una tarde vio que Genarito, muy sigiloso subía hasta la parte superior de la casa donde ponían a secar las cosas, entre ellas el membrillo, y mirando con sigilo vio que cogía un platillo de “codonyat”, se buscaba una pajita de caña de arroz, de las que se usaban para beber la “orxata”, y con sumo cuidado, en una esquinita, introducía el “canudet” y sorbía el membrillo que aún no estaba seco. Luego, con esmero y cuidado, tapaba el orificio que había dejado la pajita y así !!hasta mañana si Dios quiere¡¡. El rapapolvo de la tía hacia el sobrino fue de los acostumbrados. Dos besos y dos carantoñas y la tía tan contenta.

Otra de las características del tío Genaro, fue la facilidad que tenía para comerse las pastas conocidas por “madalenetes”. Sus visitas a mi casa siempre fueron irregulares; semanas sin vernos y sin saber nada, o en una semana aparecía como y cuando le apetecía. Siempre solía llegar a eso de las seis de la tarde. Venía con su “dos caballos”, cuando una temporada antes nos aparecía con su ”Biscuter”. Llegaba a casa sobre esta hora y con un paquetito en la mano, un tanto misterioso, pero que al fin no contenía nada más que media docena de “madalenetes” de casa Nasio, parientes asimismo nuestro, y estoy hablando en la época que estaban en la tahona Toni, Nasiet, Pepe Gual y Lluis, con el tío Pepe al frente y la tía Senteta al taulell apoyada por su hija Vicentica. En el horno, de leña, se hacía diariamente el pan, que empezaba por obtener la levadura natural, de un trozo de pasta reservado del día anterior, fermentado, lo que se convertía en el ren; asimismo se hacía toda una serie de pastas caseras y se cocían “totes les casoles al forn” que las clientas llevaban de mañanita, para que estuviese a punto a la hora de la comida. Pues bien, entre estas pastas que cito, había la debilidad del tío Genaro, estas madalenetes, francamente riquísimas, pero también una pasta maciza que requería mojarlas reiteradamente en un buen tazón de café con leche; pues no, el bueno del tío tenía la facilidad de engullirse una detrás de otra, la media docena de “delicias de Nasio”, sin siquiera respirar. Lo mirábamos, lógicamente sin pedirle un bocadito, ya que se sentía un poco avasallado; en contadas ocasiones nos aceptó un vasito de algo líquido, y de verdad que padecíamos al ver que pegaba “unes collaes” monumentales para hacer bajar por la garganta aquellos bocados de sólidas madalenetas. No le podemos negar la maestría en el manejo de los paperets, para evitar masticarlos. ¡Que destreza¡

Otra faceta, ésta cultural, fue la fotografía y el cine aficionado. Como fotógrafo, que lo fue y bueno, formó parte de la Agrupación Fotográfica de Castellón, allá por los años 1956 y siguientes, bajo la Presidencia de D. Jaime Blanch Vila, con un buen ramillete de colegas como Paco Breva, Adolfo Agut, Tasio Flors, Magí Castellví, Gerardo Beltrán y varios mas que llevaron el nombre de Castellón bastante alto a nivel nacional, participando en numerosos certámenes, teniendo nuestro Certámen Madalenero, que atrajo a la crema de los aficionados en la época.

Respecto al cine de 8 mm. fue una verdadera pasión la que sintió por este arte, ya que no hubo jamás ningún imprevisto que impidió la consecución de la idea preconcebida. La idea inicial, los guiones, la dirección, la cámara, vestuario, sonorización, doblaje, en fin todo, llevaba la misma firma: Genaro Compañ. Eso si, no tenía problemas en adjudicar tal o cual papel, al primero que pasase por delante o que creía que iba bien, por cualquier detalle que había visto. Amigos, parientes, conocidos y viandantes, todos éramos buenos para desempeñar, bien un enamorado en primavera, o un veraneante frustrado por una avería en la vespa. O una señora angustiada velando al hijo junto a su lecho. Películas como “Un día de verano”, “El Arroz”, “Policarpito”, y tantas, han quedado como muestra del buen hacer y afición. Y al final de cada película, nos reunía en su casa a los participantes, nos daba una suculenta merienda y nos emplazaba para la próxima aventura.

Luego de lo relatado ¿aun queda algo mas?, pues si. Otra de sus facetas era la deportiva. Desde muy joven tuvo y mantuvo una extraordinaria afición al tenis que le llevó a la creación del Club de Tenis de Castellón, no se desde cuando, pero siempre le he visto unido y relacionado con este deporte. Primeramente compitiendo con y contra los socios y aficionados a este deporte. Mas tarde, las partidas ya fueron de dobles; cuando la edad fue avanzando, daba clases a las señoras mas o menos jóvenes y cuando la edad ya dijo “¡Bastante¡” continuó asistiendo como espectador. No puedo dejar de reseñar, que compitió, y con bastante acierto, contra “El Cid Campeador”, bueno contra el actor que en Peñíscola rodaron este personaje, y que no era otro que el actor Charlton Heston, durante las semanas de rodaje que estuvieron en Castellón, instalados en el Hotel del Golf, junto con su esposa Lydia y su hijo Fraser.

Y por último dejo su faceta de escritor, pues, además de digestólogo, esta puede que estuviese al mismo nivel. Genaro desde siempre ha tenido una gracia especial, una socarronería para explicar lo más elemental con un salero, una amenidad, una elegancia, una forma de ser tan suya, que los escritos tienen un sello muy particular que lo delatan, en cuanto conozcas al personaje un poquito. A primera vista, serio como un plato de arroz, que tanto gustaba a mi tío, pero a las dos cucharadas, ya le encontrabas las tajadas y si el plato era grandecito, hasta el “socarraet” salía.

No se cuanto ha escrito en esta vida, quizás lo sepan Magda o Vicente, sus hijos, pero mucho, eso si; un primor son los artículos que escribió para los diarios locales “Medterráneo” y “Castellón diario”, de los cuales, algunos están recogidos en un ejemplar que se editó en 1997, creo. También existe en la biblioteca del Casino Antiguo, un ejemplar de la novela que escribió Genaro Compañ, que presentó a un certamen literario y que quedó finalista, y esta novela, debidamente mecanografiada y encuadernada por su amigo Sr. Rozalen, se encuentra a buen recaudo en la citada biblioteca.

Y como final su afición a la música y su gran disposición para tocar algunos instrumentos, como el piano y el acordeón. Por cierto, en la película “Un día de Verano”, que además de director, cámara y todo cuanto anteriormente he contado, interpreta el papel de un ciego de los que, antaño, se alquilaban para amenizar los saraos en los masets de Castellón y alrededores, en las fiestas de Pascuas; pues bien, este ciego interpreta piezas bailables al acordeón, que son las que en directo se escuchan en la película.

-"Cierto día me confesó en plan confidencial: “en esta vida aun me faltan dos placeres; tocar el fiscorno y el bombardino, sobre todo el fiscorno, instrumento noble donde los haya¡¡-"

Creo que he plasmado un buen perfil de mi tío, de ese tío que todos tenemos y que por unas u otras circunstancias siempre nos acordamos de el, aunque una vez nos preguntase ¿Qué es un pato?

Texto y foto original de: Sergio Ferrer de Almenara
Verano 2006

1 comentario:

  1. Genial resña la que has hecho de tu tío. Debio de ser un tipo fantástico, porque a parte de culto era un hombre polifacético.
    He leído todo con mucho interés porque esto forma parte de la intrahistoria de nuestro Grau. Tus escritos son un tesoro.

    Un abrazo.

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